Este fin de semana un wampo (bote mapuce) partió desde territorio del Lof Kintupuray hasta las costas del territorio del Lof Paicil Antreao, navegando el ancho del Correntoso Lafken con meli lamgen (cuatro hermanxs) a bordo.

Tras casi cinco horas de navegación, en la orilla de arribo aguardaba una multitud. Pu lamgen esperaban la llegada del wampo mientras se hacían sonar xuxuka, kulxug, pifvlka y ñolkin. En la llegada hubo alegrías y llantos de emoción profunda. Abrazos y felicitaciones se transformaban en fuerzas al viento. Palabras sabias y cargadas de mapuce kimvn y de orgullo de lo que somos fueron dichas en la ocasión.

¿Qué celebrábamos?:

Nuestra Historia.

Nuestra cosmovisión.

Nuestra presencia ancestral.

Nuestra decisión de permanecer.

de Proyectarnos con plenos derechos e identidad.

La emoción colectiva fue enorme porque se logró sacar al wampo del sitial de elemento exótico y sin newen (fuerza, energía) que habita tras el cordel de protección de un museo. La actual generación de los Kintupuray se planteó la kuzaw (tarea) de retomar el legado de aquellos grandes navegantes que fueron sus ancestros y ancestras, preexistentes a todo lo que hoy cohabita con el pueblo mapuce en la región.

Luego de más de 100 años, el Correntoso Lafken vio como surcaba sus aguas el gen (espíritu) revivido del wampo y en él, un conjunto de mapuce viviendo con orgullo inmenso el honor de la propia historia y la consolidación de nuestra identidad colectiva.